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La “Ciudad Satélite” de Valencia merece más que promesas, acción: La Isabelica, 60 años entre el orgullo de su gente y el abandono institucional

 


Aunque no se haya nacido en La Isabelica, bastan unos cuantos meses en la llamada urbanización satélite para sentirse parte de ella. Mencionar su nombre evoca el olor a comercio en las avenidas, el sonido alegre de los batazos en los campos de los Criollitos y la camaradería de sus vecinos, que siempre encuentran tiempo para una conversación en la vereda. La Isabelica no es solo un lugar, es una vibra diferente que transmiten quienes viven o vivieron allí; una mezcla de orgullo, historia y resistencia.

Pero este aniversario número 60 encuentra a La Isabelica lejos de la proyección que inspiró su fundación. Lo que alguna vez fue ejemplo de planificación urbana y vida comunitaria, hoy se enfrenta a una realidad marcada por el deterioro, la desatención y los reclamos constantes de una población que se niega a rendirse.

El sueño original de La Isabelica

La Isabelica nació el 13 de octubre de 1965, bajo la administración del expresidente Rómulo Betancourt. En sus primeros planos urbanísticos fue llamada Ciudad Obrera de Valencia, un proyecto del Banco Obrero concebido para dar respuesta al déficit habitacional de los trabajadores de la zona industrial.

En septiembre de ese mismo año, el Banco Obrero adquirió 260 hectáreas distribuidas en dos lotes pertenecientes a las sucesiones Rauber Avendaño y Benaccerat Coriat, conocidas como los fundos Isabelica e Isabelica Abajo. El programa contemplaba la construcción de cuatro mil 775 viviendas unifamiliares y tres mil 659 apartamentos, para albergar a más de 52 mil personas de bajos ingresos, con una densidad de 203 habitantes por hectárea.


 

Durante sus primeras décadas, La Isabelica fue símbolo de modernidad y pertenencia. Las plazas se llenaban de música, los campos deportivos eran puntos de encuentro familiar y las fiestas patronales unían a toda la comunidad. Pero hoy, seis décadas después, ese espíritu de comunidad convive con una lucha diaria contra problemas que parecen multiplicarse.

Entre cloacas, basura y maleza

Los vecinos coinciden: La Isabelica se ha convertido en un reflejo del abandono institucional. Las calles muestran grietas profundas, los drenajes colapsaron y la recolección de desechos sólidos dejó de ser regular hace meses.

Los camiones del aseo urbano dejaron de circular en varios sectores, lo que obliga a muchos vecinos, especialmente adultos mayores, a caminar varios metros cargando bolsas de basura para buscar un lugar donde desecharlas. Esta práctica, además de incómoda, representa un riesgo constante por los charcos, la falta de alumbrado y el pavimento resbaladizo, de acuerdo con la denuncia de Williams Martínez Guevara, director del movimiento social Alianza K. Carabobo.

“Con las palabras no se soluciona nada”, afirma Tairys Martínez, vecina del sector 3, vereda 9, casa 37. “Frente a mi casa corren aguas negras. Mi hija menor se enfermó por eso. Vienen, prometen, pero no cambian el tubo. Necesitamos soluciones, no promesas”.

En la vereda 14 del mismo sector hay un bote de aguas negras que amenaza la salud de los habitantes. Los vecinos piden limpieza de alcantarillas, reposición de tapas y mantenimiento integral de la plaza Rafael Urdaneta, símbolo del sector 3.

Plagas, dengue y calles olvidadas en La Isabelica

El abandono ha dado paso a un nuevo enemigo: los mosquitos. En varias zonas, los vecinos denuncian brotes de dengue clásico y hemorrágico debido al agua empozada y la proliferación de maleza. La transversal desde el sector 8 se ha convertido en un refugio para delincuentes y un vertedero clandestino.

En el sector 10, Carmen Elena Rojas, residente desde hace 28 años, relató que “nunca le han hecho mantenimiento a la calle. Está llena de monte y es de tierra. Hicieron el complejo deportivo Rafael Urdaneta, pero se olvidaron de nosotros. Hace 15 días vino una cuadrilla, limpió a medias y no volvió. Hay zancudos, animales, culebras...”.


 

Otros vecinos, como Dionisio Ortega y Julián Rangel, aseguraron que llevan más de 30 años esperando reparación de la vialidad. “Parece que llegaremos a Navidad otra vez con la calle colapsada. Los charcos no se secan y los zancudos nos están enfermando”.

En La Isabelica, la preocupación se extiende. La proliferación de moscas, gusanos, roedores y serpientes mantiene en alerta a las familias, que piden la fumigación inmediata de todo el urbanismo.

La voz de La Isabelica: comunidad que no se rinde

En medio del deterioro, la gente sigue resistiendo. Magaly, vecina del sector 8, lleva 48 años barriendo el frente de su casa. “Mi hija pagó 20 dólares para que cortaran parte del monte. Si no lo hacemos nosotros, nadie lo hace”. Como ella, muchos vecinos se organizan para limpiar veredas y mantener vivas las áreas comunes.

El diputado de la Asamblea Nacional, Luis Villarroel denunció la situación: “La Isabelica es parte de Valencia y de Carabobo. En su 60 aniversario no puede haber cloacas desbordadas frente a escuelas, ni calles tomadas por el monte. Solo se necesitan 30 metros de tubería para solventar el problema del sector 3, pero no hay respuesta”.


 

Mientras tanto, las autoridades municipales y regionales guardan silencio. La alcaldesa Dina Castillo y el gobernador Rafael Lacava han sido señalados por los residentes por la falta de atención a los problemas básicos de la comunidad.

La Isabelica: 60 años de historia y resistencia


 

Pese al deterioro, el sentido de pertenencia sigue intacto. Porque La Isabelica no es solo un conjunto de edificios, casas y calles, sino un territorio emocional que habitan más de 100 mil personas, en lo que sigue siendo una de las urbanizaciones más grandes de Latinoamérica.

Los vecinos aún esperan soluciones, pero también sueñan con que este aniversario sea el punto de partida para la recuperación de sus espacios. Quieren volver a sentir orgullo al decir “soy de La Isabelica”.

En sus 60 años, la llamada Ciudad Satélite de Valencia merece algo más que promesas: merece acción. Porque mientras sus habitantes sigan barriendo, sembrando y soñando, La Isabelica seguirá siendo un símbolo de lucha, identidad y esperanza para toda Valencia.

(Con información de El Carabobeño)

 

 

 

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